Vení te digo 😉

No hay cosa que genere más frustración que hacer recomendaciones y que la gente te escuché pero le importe tres kilos de nada tu sugerencia. Por más argumentos elaborados, cifras, informes científicos y demás, todxs estamos tan arraigadxs en las costumbres que tenemos, que resulta incómodo y genera hasta miedo, siquiera aceptar que el otro tiene razón y tenemos que cambiar. 

Cosas como "dejá esa barra de pan ahí que tenés altos los triglicéridos y ya te comiste una olla de chicharrón con arroz", son escuchadas pero la barra se la comen porque es que los niños del África pasan hambre y ya que tengo el privilegio tengo que sacrificarme por ellos.

Pero la frustración se desborda cuando las personas que sugieren con argumentos son percibidas por otros, como impositivas o cantaletosas. Esto quiere decir que el receptor entendió que el emisor le quiere implantar sus ideas y así tenga razón, su YO tiene que seguir en la terquedad porque la rebeldía y su ego dicen que tiene que ser leal a sus creencias y no dejarse de nadie, todo sustentado en que sumercé sabe más que el otro. 

Esa delgada línea de imponer y sugerir es la que más nos cuesta a algunos, porque en mi caso, yo sugiero pero a veces me dan ganas de imponerles régimen estricto de estudio, deporte, meditación, psicología y nutrición a todo aquel que me rodea. 

Y sumercé sugiere o impone ? 

Besos 💋

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